El refrigerador zumba como un fantasma que olvidó cómo suena la comida. Han pasado tres dÃas desde que LucÃa lo abrió por última vez, no porque no se atreva, sino porque ya sabe
La noche era demasiado tranquila para La Habana. La ciudad suele vibrar —incluso en su silencio— con la estática de radios antiguas y el eco de mil vidas.